martes, 31 de julio de 2007

Summer in the city

En primer lugar, gracias al poeta por proveer (aunque no personalmente) de los medios para descubrir esta gran canción que da nombre al post. No he podido evitar apropiarme de su idea para dar un título al post veraniego, esperemos que no le importe ;)

Antes, durante la facultad, era tal la cantidad de horas, de días para no hacer nada más que decidir en qué actividad malgastar el tiempo que había ganado durante el curso, que en ningún momento tenía la sensación de estar perdiéndolo, porque el verano era el cheque sin fondos de las mañanas y noches desperdiciadas en la sensación veraniega de que el tiempo se paraba.

En estos veranos post-facultad, me debato en una dualidad incómoda, entre la necesidad de aprovechar al máximo el (escaso) tiempo que me dan para hacer los viajes y las actividades que quiero, y las ganas de volver a esa molicie de dormir hasta que se abren los ojos por sí solos y ver pelis y series hasta que llega la hora de salir a tomarse una tapa porque ahora es cuando empieza a hacer una temperatura ligeramente inferior al infierno.

Pero haga lo que haga, tanto si atiborro mis días con mil viajes, excursiones y visitas como si planeo quedarme en casa hasta acabarme una tras otra las temporadas de la última serie a la que estoy enganchada, leer el libro del que no puedo separarme o ver pasar el tiempo con la conciencia de no estar haciendo nada útil, el verano tiene para mí un halo de irrealidad, de tiempo de nadie en el que nada de lo que pasa tiene la entidad del resto del año. No tomo decisiones en verano, ni comienzo cosas nuevas, y es como si el paso del tiempo se hiciese tan lento y pesado como mi voluntad, es el tiempo en el que me tomo una tregua de las decisiones importantes (y de las no tan importantes), siempre aferrándome a la misma frase que me digo a mí misma: 'en Septiembre ya veremos'. En Septiembre volveremos a ser las personas responsables y que toman decisiones, hasta el 31 de Agosto vivamos solo para el momento que viene detrás de este mismo... Por eso las vivencias veraniegas tienen en mi memoria la apariencia de las cosas inmutables y a la vez fugaces, grandes momentos épicos y pequeñas situaciones para recordar... Así, aunque a veces la tregua esperada no sea tal, sigo con la sensación de que (como siempre) la normalidad aparcará a la vuelta del verano...

martes, 3 de julio de 2007

El amor, tal vez, es un mal común...

Yo hablo mucho, la gente que me conoce lo sabe. Es fácil para mí enganchar una conversación con otra, sobre todo cuando la persona con la que hablo es como yo. Ultimamente me he encontrado inmersa en conversaciones bastante curiosas, sobre la existencia (o no) del amor, las relaciones entre las personas (y su clasificación en tipo 1, 2 y 3 :P), la familia y la necesidad (o no) de alejarse de ella, las fantasías sexuales y su relación con la ropa interior, la inritación generalizada en el panorama social actual y si hay motivo o no para tanta inritación...

En una de estas conversaciones (como no podía ser de otra manera, en el JJ) oí una frase que ya había oido en otros foros, sobre lo guapas que estaban/ábamos las mujeres recién levantadas. Me resultó curioso que personas tan distintas como de las que lo oí decir tuviesen esta misma opinión. No faltó quien psicoanalizó en un momento dado el motivo de esta preferencia (cercanía, proximidad según creo recordar :P), y justo en ese momento me vino a la mente este capítulo de Rayuela, uno de mis favoritos. No es uno de los famosos, al menos yo no lo creo, pero para mí es de los mejores. Cuando lo leí, podía sentir realmente la intimidad de levantarse por la mañana con alguien, de abrir los ojos y mirar a otra persona cerca cerca y aún así verlo semiborroso por la miopía, pero no tener ganas de estirar la mano para coger las gafas y revelarme la nitidez del mundo... Es por capítulos como este por lo que creo que hay que leer este libro, aunque es cierto que hay algunos que son insufribles. Además cuando me lo leí fue en una edición bastante cutre y sin las miles de notas a pie de página que me encantan, eso queda pendiente ;) Con respecto a la temática del capítulo, me parece tan genial la búsqueda de la coincidencia de los sueños, aunque en este caso Traveler toma esto (o Cortázar, más bien) como un motivo de separación, de tristeza. Esto entronca con uno de mis poemas favoritos, de Salinas. En este poema el hecho de vivir otras cosas se toma como una muestra más de amor, que lo que uno vive es también vivencia del otro... Soñar cosas distintas sería entonces, soñar dos veces... Son dos caras de la misma moneda, pero yo como soy una persona optimista, me gusta pensar que la opción segunda es mejor ;)

En cualquier caso, para que hablar tanto del amor si no es más que un invento del Corte Inglés para hacerse de oro el día de San Valentín! :P Que destroyer esto, cuando empiece a meterme con la Navidad, ya podré ser considerada oficialmente guay :P Ale, buenas noches que bastante hemos pseudofilosofado hoy.