Baby, you can drive my car
Anoche, cuando conducía de vuelta a casa a las 4 de la mañana (rezando por que no se acabase la gasolina), volví a recordar lo que me gusta conducir sola. Cuando venía a casa los viernes al mediodía desde Málaga, o cuando volvía a irme para allá los domingos por la noche, me gustaba poner mi música y pegarme mi rato pensando en mis cosas, o pensando en nada porque estaba concentrada en conducir. Mi relación con el coche es más bien de odio que de amor, excepto en estos casos. El trayecto a Málaga estaba ya más que mecanizado, y no tenía que estar estresada con que me perdía la salida, o que pasaba por sitios que no conocía. Tampoco tenía que hablar de nada con nadie, y podía cantar a grito pelado los temazos de la radio sin miedo a parecer (más) loca.
El caso es que el hecho de conducir me gusta, pero luego todo lo que se monta alrededor de ir a algún sitio en coche me agobia, porque:
a) No tengo orientación. Es famosa aquella anécdota en la que por el camino de Ronda no sabía para que dirección tenía que ir para volver a mi casa. Y siempre que salgo del Corte Inglés tengo un microsegundo para localizar la dirección a la que quiero ir. Además no sabría decir cual de las dos puertas es la que quiero una vez que he dado unas cuantas vueltas. Esto viene al caso de que no se llegar a los sitios por mí misma, o por lo menos me requiere un gran esfuerzo de concentración que no siempre me lleva al sitio
b) No se aparcar. Me fastidia unirme al típico tópico de la tía que aparca a dos metros de la acera, pero es que es así. Y me fastidia más porque yo en la autoescuela aparcaba estupendamente. Pero fue salir de allí y (literalmente) se me olvidaron las directrices para aparcar. Nadie ha sabido recordarme los famosos pasos para ello, aquello de ponerse en paralelo y que el culo del coche esté a mitad de la ventanilla de atrás... ¿o era la ventanilla del otro coche a mitad del culo del mío? Pues eso, así me va. Como muestra decir que ayer aparqué en un sitio grande como un testero (el de detrás del contenedor, aldora y PJ pueden dar fe), y ¡¡aparqué fatal!!
Así, cualquier viaje se convierte en una aventura de la cual no se como saldré... de todas maneras he de sacar más el coche, que ya recibí comentarios ayer bastante negativos sobre él, pobre panterita, con los buenos servicios que me ha dado...